martes, 28 de septiembre de 2010

DESASTRES: PROTECCIÓN DIVINA

“Cuando pases por las aguas,
Yo estaré contigo;
Cuando cruces los ríos,
No te ahogarás
Cuando tengas que atravesar por fuego,
No te quemarás;
Las llamas no arderán en ti”.
Isaías 43:2

Dios escogió un pueblo común para hacerlo especial y a través de Él traer salvación a todas las naciones. Por lo tanto era su deber preservar a ese pueblo para que se cumplieran sus planes. La promesa de preservación no solo es para el pueblo de Israel; Dios amplió su radio de bendición a través de Jesucristo para todos los pueblos incluyéndonos a ti y a mí.
 En cierta ocasión Jesús y sus discípulos cruzaban el mar de Genesaret; de un momento a otro se desató una terrible tormenta y las olas azotaban tan fuerte el bote que este se inundaba. Los discípulos entraron en pánico a pesar de que algunos de ellos eran pescadores; y lo despertaron a gritos: “Maestro, ¿No te importa que nos vayamos a ahogar?”  Entonces Jesús regañó al viento para que se callara y le ordenó al mar que se aquietara. Inmediatamente el viento se detuvo y todo quedó en calma.
Al observar a mí alrededor, tengo la impresión que cada día que pasa es más difícil vivir tranquilo. Pareciera que las fuerzas malignas azotaran nuestras vidas tratando de destruirlas. Hogares deshechos, hijos rebeldes, padres ingratos, vidas fracasadas, autoridades corruptas, delincuencia en aumento; alcoholismo y drogadicción a la alza, falta de empleo que se traduce en pobreza…; los desastres naturales en nuestra región han contribuido para hacernos más difícil la supervivencia y el cristiano de hoy, enfrenta duras pruebas.
Al igual que los discípulos, es muy fácil entrar en pánico al ver las gigantescas olas de problemas, y los fuertes vientos de incertidumbre y desesperanza. Pero recordemos el texto de hoy y la historia de Jesús. Él ha prometido acompañarnos en esta dura travesía de la vida; tiene todo el poder para evitarnos un desastre. Su protección Divina nos garantiza seguridad y tranquilidad en nuestro diario vivir a pesar de las tormentas.

“Envió desde lo alto; me tomó,
Me sacó de las muchas aguas”.
SALMOS 18:16

Lic. Elizabeth Gurrión Matías

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