jueves, 21 de octubre de 2010

NECESARIOS, LOS DESIERTOS



“En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles;
abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca”.
Isaías 41:18

Conocemos como desierto a una región extensa de clima seco, que se encuentra desolada, despoblada, sola e inhabitada. Su clima es extremoso, durante el día hace un calor agobiante y por las noches un frío implacable. Los únicos habitantes son las víboras, alacranes, arañas y tarántulas.
 El desierto es una analogía que el profeta Isaías utiliza para mostrar que la gracia y el amor de Dios estarán  como frescas aguas en nuestro transitar por las difíciles circunstancias de nuestra vida.
 Durante 430 años,  los descendientes de Abraham vivieron esclavizados en la tierra de Egipto. Dios escogió al hijo adoptivo de Faraón, Moisés, para liberarlo. Después de matar a un egipcio que maltrataba a uno de sus hermanos de raza, Moisés huyó al desierto de Madian y ahí se casó con Séfora. Su suegro le entregó un rebaño de ovejas; y durante 40 años, Moisés sufrió las penurias del desierto, cuidando y guiando grandes rebaños de ovejas en busca de agua y comida para sustentarlas. Uno de esos días el Señor se le apareció en un matorral ardiendo que no se consumía, y le dijo:
“Moisés, he oído el clamor y he visto la aflicción de mi pueblo esclavizado en Egipto, los voy a sacar de allá y los voy a llevar a una tierra buena. Te he escogido a ti para que los saques.”
La historia nos dice que Moisés obedeció y después de muchas señales dolorosas para Faraón y para el pueblo de Egipto, los dejaron ir. Durante 40 años Moisés los guió por el desierto hasta las puertas de la Tierra Prometida.
Dios tenía un plan para Moisés; era necesario pulir su carácter arrebatado y violento. Moisés pasó de ser un príncipe egipcio a un humilde pastor; después de estar rodeado de sirvientes, él sirvió en un país extranjero. En el desierto aprendió a obedecer y a sufrir. Conoció el desierto y sus peligros como la palma de su mano. Sólo de esa manera podría llevar a cabo la tarea de guiar a dos millones de personas hasta Canaán.
Si en este momento te encuentras en el desierto de la soledad, del dolor;
 cansado y sediento; recuerda, los desiertos son necesarios,
el Señor esta puliendo tu vida porque tiene un hermoso proyecto para ti.

Lic. Elizabeth Gurrión Matías

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